En cualquiera de sus estados, el agua dulce y salada es uno de los recursos fundamentales sobre los que se basa el desarrollo de la sociedad. A medida que el clima se ve alterado, también lo hace el agua y su implicación con los organismo vivos.
Los mares, que cubren aproximadamente el 70% de la Tierra, absorben tal cantidad de CO2 y energía del sol que la química y la temperatura del agua está poniendo en peligro muchos organismo.
De este mismo modo, el cambio climático influye en la calidad del agua para el consumo humano, dificultando y desequilibrando aún más el acceso a este recurso vital en el mundo. Además, según diferentes previsiones basadas en el crecimiento humano se espera que en el 2050 la demanda de agua haya aumentado un 55%, así que racionalizar su consumo se vuelve cada vez más esencial.
El deshielo es otra y quizás una de las más graves consecuencias del cambio climático relacionada directamente con el agua. El agua dulce congelada en el Ártico, en Groenlandia , en la Antártida y en todas las regiones alpinas del mundo se está derritiendo y viajando hacia océanos y ríos. En un primer momento, estas aguas llenarán los ríos pero según se reduzca el hielo, también se verán mermadas las aguas de escorrentía y el agua dulce disponible.
Sequías, inundaciones o tormentas, cambios extremos que afectan a población, fauna y flora.